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025. 1814: guerra civil, contrarrevolución y separatismo en Sudamérica --CANCELADO--

-- CANCELADO --

Coordinadores:

Juan Luis Ossa
Email: juan.ossa@uai.cl
Centro de Estudios de Historia Política, Universidad Adolfo Ibáñez, Chile

Alejandro Rabinovich
Email: alejandrorabinovich@gmail.com
Universidad Nacional de la Pampa/CONICET, Argentina

Natalia Sobrevilla
Email: N.sobrevilla@kent.ac.uk
University of Kent, Reino Unido

Resumen
El objetivo de este panel es reunir académicos interesados en estudiar las repercusiones del año 1814 en Sudamérica, en especial en términos políticos, militares y sociales. Aprovechando el bicentenario del regreso absolutista de Fernando VII al trono español, se espera que los participantes contribuyan con artículos originales a la discusión sobre qué, cómo y cuánto cambió ese año en los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay y Chile. Hasta marzo de 1814, las revoluciones sudamericanas habían presentado diversos grados de radicalidad. Los casos de Tierra Firme y el Río de la Plata habían seguido un curso bastante más rupturista que los casos peruano y chileno, aunque en cada uno de estos territorios se había ido desarrollando un progresivo faccionalismo político entre fidelistas, autonomistas moderados y separatistas. La consecuencia inmediata de dicho faccionalismo fue el inicio de una larga guerra civil entre bandos con idearios medianamente identificables. Hubo quienes vieron en la caída de la monarquía en 1808 una oportunidad para retomar el poder perdido en las últimas décadas del siglo XVIII ante otras zonas administrativas. Ese fue el caso de Lima, que se enfrentó al poder de Buenos Aires en el Alto Perú en una fecha tan temprana como 1810. Hubo quienes aprovecharon la crisis imperial para quebrar las relaciones con las autoridades metropolitanas (ya fueran las Cortes o el Rey) o con los virreinatos aledaños. En el primer caso encontramos a los revolucionarios venezolanos y bonaerenses; en el segundo, a los autonomistas de Santiago y Concepción que, desde principios de 1813, se opusieron mediante el uso de las armas a la intervención del virrey Abascal en cuestiones de administración interna. Otros, en fin, vieron en la publicación de la Constitución de Cádiz una oportunidad para poner fin a la revolución mediante la persuasión y la negociación constitucional. Sin embargo, en 1814 todas estas posibilidades sufrirían un vuelco profundo e irreversible. El retorno del absolutismo en España y la consecuente abolición de los preceptos gaditanos legitimarían la solución militar como único antídoto ante la insurgencia, sin importar cuán radical hubieran sido éstas con anterioridad a 1814. A su vez, el triunfo de la contrarrevolución legitimaría al separatismo como la una opción viable ante la arremetida del absolutismo borbón. Desde ahí en adelante, nada sería igual; sólo el recurso a las armas pondría fin, una década más tarde, a las diferencias entre revolucionarios y realistas.

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