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Agencia asistencial femenina: Transcripción

W. J. – Respecto a eso, resulta interesante la pregunta sobre el rol de las mujeres como educadoras. En una conferencia sobre “el rol de las mujeres en las luchas sociales” (la conferencia se tituló: “Presencia de la mujer en las luchas sociales argentinas de principio de siglo”, y fue realizada en Buenos Aires, el 16 de octubre de 1997), haces una declaración muy sugerente: las mujeres fueron precursoras del Estado de bienestar social por su rol en la educación, en la asistencia social, en la salud, en los derechos de los niños. Señalas que de este modo, las mujeres de las más variadas corrientes ideológicas tuvieron una temprana participación en la arena política. A pesar de esto, es posible establecer la crítica de que ese trabajo de las mujeres como educadoras, las mantiene en la esfera de lo reproductivo. ¿Consideras este tipo de participación de las mujeres, o estos roles de las mujeres, de todas formas emancipatorios, en tanto las hacen aparecer en la arena pública?

D. B. – La percepción que tenemos es que efectivamente la demanda efectuada por las mujeres fue en una arena que se consagró con un concepto bastante usado hoy día que es el feminismo maternalista o el maternalismo feminista. Obviamente, tiene todas las características del reproductivismo. Eso divide aguas, pero también junta aguas en el feminismo.

En el feminismo europeo fue bastante común, y lo mismo ocurrió en el feminismo latinoamericano, asirse a la función maternal y peticionar, antes de que existiera el Estado de bienestar, derechos en relación a la familia, derechos en relación a los hijos y las hijas. Esta petición de asistencia a la familia, asistencia a través de la asignación familiar, asistencia a través del reconocimiento de un salario plus para cada niño, es una vieja convicción del movimiento de mujeres que efectivamente está en la base de lo que luego asumió el Estado de bienestar social.

Muchos de estos derechos, efectivamente, se extendieron a propósito del Estado de bienestar social, pero debería reconocerse en la base, como lo han hecho muchas colegas de la historia que hacen historia como yo, que este reconocimiento se ubica en la base, en el impulso del Estado de bienestar social. Desde luego, este tono reproductivista, es casi una invariable, pero, efectivamente, debemos reconocer que ese límite temporal que tiene esa agenda del feminismo, fue de todas maneras muy robusta, y tuvo consecuencias, sin embargo, disímiles, en los diferentes países. Disímiles, digo, porque también hubo un maternalismo feminista en Estados Unidos, pero en Estados Unidos la consagrada fórmula de un feminismo de tipo individual no llegó a la instalación de políticas públicas, benefactoras sociales, de la misma manera que ha sucedido, por ejemplo, en Europa y en América Latina.

 

W. J. – Los aportes originales de América Latina a los estudios de género en todo caso tienen que ver con conceptos, métodos, o con temáticas, y tal vez con esta realidad empírica de Latinoamérica. ¿Por dónde ves una línea fructífera en la investigación en Latinoamérica?

D. B. – En cualquier sociedad hay muchas categorías de mujeres. Hay muchas realidades culturales. Felizmente, creo que estamos asociando a otras problemáticas el término de “mujeres”. Y la propia condición de género nos está diciendo que tenemos géneros en plural, diversos. De modo que la particularidad de América Latina es encontrar una nueva articulación en teoría y lo que vemos empíricamente de manera que asome lo empírico con una suerte yo diría de reto a la cuestión teórica. Por ejemplo, las viejas categorías de lo público y lo privado, categorías, como por ejemplo: esfera pública, participación política, asociaciones de la sociedad civil, tienen unas características peculiares en América Latina. Por ejemplo, es importante el hecho de que las representaciones políticas de mujeres son en este momento muy interesantes en la Argentina. La presencia de mujeres a raíz de la ley de cupos mínimos en 30% de mujeres (Ley de Cupo del 24 de diciembre de 1991 fue implementada con el fin de asegurar el acceso igualitario de las mujeres a los cargos públicos y establece un cupo mínimo de 30 % de participación de mujeres en las listas electorales), le da una realidad particular a la política. Eso no quiere decir que me parezca, a diferencia de la participación clara de mujeres en la política en Europa, que está mucho más forjada en términos de intereses de las mujeres, intereses feministas. Yo no podría decir que en la Argentina, en este momento, las representaciones de las mujeres sean muy espectaculares respecto al feminismo en la política. Deberíamos tener mucho cuidado. Están hablando bien de la participación de género en la política, del género femenino, pero probablemente no son muy audaces sus participaciones respecto de propuestas feministas. Es un poco diferente en Europa. Por ejemplo, mi impresión es que, inclusive aquí en Alemania y en los países del norte, hay una agencia feminista más clara respecto a las representaciones políticas. Sin embargo, hay otras realidades, por ejemplo, hay unas revoluciones silenciosas que han hecho las mujeres en la política en México.

México es un país que ha transformado notablemente la presencia femenina; ha transformado la estructura de los viejos partidos. Me refiero al PRI, por ejemplo, donde hay una expresión de mujeres de un talento notable, y una capacidad de liderazgo notable. En Argentina, puedo dar dos nombres, pero ellos están muy contaminados con la propia participación de ambos esposos. Me refiero, por ejemplo, a la esposa del presidente de la República y a la esposa de un ex-presidente de la República, que tienen en estos días, mucha fuerza política. Sin embargo, yo encuentro que hay diferencias entre la mayor capacidad de liderar con más autonomía de las mexicanas, en este momento, que las mujeres en Argentina. Esta realidad significa que tengamos que ver al género de alguna manera, digamos, a los problemas de género en relación a la teoría de manera diversa.

Otra cuestión, por ejemplo, es la larga agencia asistencial de las mujeres en la Argentina y en América Latina. En Argentina de manera muy exponencial, las mujeres han participado de los actos benéficos como dice y manda la tradición, pero lo han hecho de una manera notable. Hoy tenemos numerosos trabajos que muestran el capital público de las mujeres. Por ejemplo, en la asistencia pública en la Argentina, las mujeres han logrado un dominio, en el hecho de ordenar una serie de cuestiones administrativas que son muy notables y que probablemente no tengan el mismo registro en estos países. Esto significa que debemos alterar un poco la teoría, debemos referirnos a la “asistencia”: Esas mujeres que asisten públicamente y que tienen agencias casi gubernamentales tuvieron un orden muy importante de relativo poder, porque la beneficencia pública era absolutamente subsidiada por el Estado en la Argentina. Entonces, esto quiere decir, que tenemos que conversar con la teoría de nuevo. Esta división entre “público” y “privado” se desorganiza bastante si trabajamos con corrección, o por lo menos, con mayor rigor, o indagamos con otras preguntas a nuestro pasado. Para concluir, la teoría, inclusive la teoría presente, tiene que vérsela con la propia historiografía. Es decir, que una buena teoría feminista tiene que conversar siempre con historiografía. Y tiene que conversar desde luego con las diferentes realidades para encontrar las márgenes nuevas en que la propia teoría está en cuestión, pudiendo ser revisada o aún pudiendo ser suplantada por otras vertientes teóricas.