Springe direkt zu Inhalt

Feminismo: Transcripción

S. S. – Socióloga y una de las intelectuales de América Latina que participó activamente en la formulación de las bases del feminismo en el subcontinente. ¿Eso podría ser una presentación corta de Teresita de Barbieri?

T. B. – Me parece una presentación demasiado exagerada. Siento que soy una socióloga feminista y que ha trabajado en lo que se me ofreciendo en la vida.

S. S. – En el golpe contra el gobierno de Salvador Allende cambió todo este ambiente intelectual y político. ¿Cómo afectó tu vida?

T. B. – Tuvimos que salir, no tuvimos que salir corriendo, pero sí era bueno que no nos quedáramos allí porque peligrábamos. Mi marido había sido militante de izquierda en el Uruguay. Estaba muy ligado al movimiento pro Cuba y a los movimientos de izquierda y entonces había sido dirigente estudiantil. No convenía que regresáramos a Uruguay que ya tenía dictadura, además, en junio de ese año, hubo un movimiento militar, y entonces, en septiembre, el asunto era, a dónde nos podíamos ir. Nosotros nos quedamos unos meses ayudando en lo que pudimos: a sacar gente, a llevar gente a las embajadas y a apoyar. Todas esas cosas que se hacen en estos momentos. Y después, el director de FLACSO, que era Ricardo Lagos (el que después fue Presidente de Chile), le dijo a mi marido que lo mejor era que nosotros nos fuéramos a México.

A Santiago fueron gente como don Víctor Urquidi y Raúl Benitez Zenteno. Don Víctor Urquidi que era Presidente del Colegio de México en ese momento fue a ofrecer a la FLACSO y a las instituciones académicas chilenas recoger gente que no podía quedarse en Chile. Entonces fuimos varios los que salimos en esas condiciones. Mi marido entró al Colegio de México por esa invitación de don Víctor, y cuando yo llegué a México, yo iba sin trabajo, y en una situación muy difícil, porque al mes, más o menos después del golpe, mi hijo mayor que tenía siete años tuvo un accidente de auto, estuvo 48 horas inconsciente, entonces era un pedacito de niño, yo siempre digo: –“pedacito de niño que había que volver a armar”, porque sufrió de un golpe en la cabeza, no en el cuerpo. Fue bastante difícil. Además, los niños sintieron mucho la salida de Chile, y además, íbamos todos con la derrota, con la cabeza muy caída… tanta gente amiga que había muerto o gente conocida que uno respetaba o admiraba. Sí, fue muy difícil, tanto por razones políticas como por razones familiares, y a mí me costó encontrar trabajo. Ahí, a la mitad de 1974, apareció Jorge Graciarena a ofrecerme una consultoría en Naciones Unidas para trabajar unos documentos preparatorios para el Año Internacional de la Mujer.

Yo ya había trabajado en FLACSO. Mi tesis había sido una investigación sobre educación media técnica para mujeres y allí yo descubrí el tema de las mujeres. Ahí me di cuenta primero, de que era un tema del que no había registro prácticamente. En todas las buenas bibliotecas de Santiago –que eran muchas–, no había trabajo sobre mujeres. Cuestiones muy simples, algunas muy generales, muy ideológicas, otras, pequeñísimas investigaciones muy puntuales, pero que no me permitían armar una propuesta teórica para hacer mi investigación. Entonces eso fue lo primero que descubrí.

La segunda cosa que descubrí es que los problemas que tenían las mujeres que yo entrevisté que eran maestras de escuela, estudiantes y, sobre todo, obreras, no eran muy distintos de los problemas que yo tenía como mujer de sectores medios, educada y trabajadora en el sector académico. Eso me permitió decir: –“bueno, acá hay un problema mucho más general, mucho más de la sociedad que de las personas, por algo es que ellas que son de sectores obreros y yo y las maestras que estamos en sectores medios, tenemos las mismas dificultades”. Ahí me dije: –“esto vale la pena continuarlo”. Yo trabajé en esos años medios, después de ser asistente de investigación, en la División de Desarrollo Social de la CEPAL, y ahí, el director de la división, Marcel Bulls, que sabía mi preocupación porque habíamos estado hablando varias veces del tema de las mujeres, me pasaba materiales y me pasaba proyectos de investigación que le llegaban a él desde la cede de Nueva York.

Además eran los años del surgimiento del feminismo en Europa y en Estados Unidos. Entonces, esas noticias nos llegaban. Yo venía de la vieja tradición de los partidos de izquierda que planteaban que el problema de las mujeres no era una contradicción principal y que por lo tanto había que esperar hacer la Revolución para solucionar el problema de las mujeres. Es la vieja posición de la Segunda Internacional.

Entonces, para mi era muy contradictorio, porque durante el gobierno de Salvador Allende que era un gobierno –no una Revolución–, pero sí un gobierno revolucionario progresista, que quería cambiar y que hacía muchas cosas para cambiar, las mujeres se mostraron como un sector muy contradictorio, porque por un lado, estaban mujeres de sectores populares que apoyaban al gobierno, mujeres en los partidos de izquierda que apoyaban al gobierno, pero al mismo tiempo, había una gran movilización de mujeres de la derecha, principalmente de los sectores altos y medios de la sociedad chilena, y en la que se incorporaban algunas mujeres, muy pocas, de sectores populares. Pero a algunas de ellas había que favorecer. Todo esto en un contexto de escasez, de un control por parte de la derecha de todo el abasto de las ciudades. Entonces, las mujeres eran las más la sentían, porque dejó de haber aceite, papas, carne, pescado, frijoles, y también dejó de haber jabón, papel higiénico, es decir, después de haber todo... las mujeres eran las primeras que sentían eso, porque no podían mantener el estándar mínimo en las casas. Entonces, fue muy interesante todo eso, muy provocador, para pensar qué está pasando y cómo está organizada la sociedad. De manera tal de que las mujeres son las que más sufren estas cosas, cuando en general el gobierno de Salvador Allende era un gobierno que lo que menos quería era perjudicar a las mujeres.

S. S. –Siendo mujer y exiliada, ¿te muy difícil obtener un puesto elevado en la UNAM? ¿Fuiste criticada por ser feminista?

T. B. – En general para lo que es la carrera académica en la UNAM en Ciencias Sociales no hay muchas dificultades para las mujeres. Las hay en carreras, en Facultades como Ingeniería por ejemplo. Ahí sí es muy difícil. Pero en Ciencias Sociales no, en Humanidades tampoco, en Filosofía y Letras tampoco. Es bastante más fácil, porque hay un convencimiento de parte de los propios compañeros varones de que somos sujetos de derecho y que estamos en condiciones de igualdad. A veces les cuesta entenderlo, pero uno les llama la atención y entienden. Y eso, lo que tiene que ver con la carrera académica. Ahora, en cargos de dirección, allí ya la cosa es distinta, porque ahí entran otras instancias, por ejemplo, la Junta de Gobierno que es el organismo que elige. Pero en general yo no me siento perjudicada en mi carrera por ser mujer. Incluso te puedo decir que ahorita siento reconocimiento de mis compañeros.

S. S. – ¿Y la otra pregunta por la crítica del feminismo?

T. B. – Bueno sí, tal vez no una crítica abierta, sino más bien el asunto de la risita.