Trabajo doméstico: Transcripción
S. S. – Un tema que viene vinculado con tu investigación sobre los derechos reproductivos de la mujer, es la esfera privada, o más precisamente, el mundo doméstico. Ya mencionaste que hiciste una investigación empírica en sectores medios y obreros en la ciudad de México. Los resultados de esa investigación fueron publicados en el libro Mujeres y vida cotidiana en 1984. Este libro se volvió una obra de suma importancia para los estudios sociológicos de género en América Latina. ¿Cuál era el contexto histórico-político concreto que te hizo pensar en la necesidad de investigar lo que pasa detrás de las puertas de la casa?
T. B. – De mis primeras entrevistas con las mujeres en Chile, sobre todo con las mujeres obreras, yo me di cuenta de que había demandas domésticas, demandas de la vida privada que impedían a las mujeres tomar responsabilidades en la vida pública. Ahora, ¿cómo era que se articulan una y otra? Eso era lo que me interesaba saber. Me interesaba saber cuánto de esta vida privada, doméstica, familiar, ocupa el tiempo de las mujeres. En qué medida es un trabajo necesario y necesario para qué. Siguiendo un poco con las categorías de Marx de trabajo socialmente necesario, que él lo usa para las mercancías, pero que yo lo necesitaba ver en esto que era un trabajo en el que está pendiente la sobrevivencia de las personas, porque si no se hace trabajo doméstico, alguna gente puede morir. Los niños no sobreviven sin trabajo doméstico. Las enfermas y los enfermos tampoco sobreviven sin el trabajo que se hace en la casa, y entonces: ¿Quién hace ese trabajo? ¿Por qué? ¿Cuánto tiempo le lleva? ¿Cómo se compagina ese trabajo con las responsabilidades de fuera de la casa? ¿Cuánto de ese trabajo se hace adentro de la casa, cuánto se hace afuera de la casa? ¿Cuánto ese trabajo es para la persona que lo hace y cuánto es para los otros? Incluso quería saber si les gusta, si lo hacen con placer, o si es una imposición que tienen que hacer aunque les desagrade y les moleste. Todo eso quería saber. Quería saber la división social del trabajo entre varones y mujeres, entre la gente de las distintas edades.
S. S. – En el libro consideras que la vida cotidiana es una estrategia de investigación. ¿Cómo lograste conceptualizar la vida cotidiana en el marco de la teoría sociológica de género?
T. B. – Fue una estrategia de investigación porque yo tenía que ubicar el hacer a lo largo del día y quería saber cómo era que el trabajo doméstico organizaba o no, la vida cotidiana de la mujer. Cuán importante era en la vida cotidiana. Yo no había leído nada hasta ese momento sobre vida cotidiana, entonces llegando a México, me encontré con los libros de Anne Heller, que me ayudó mucho para entender lo que es la vida cotidiana de la vida histórica, de las situaciones no cotidianas de la vida, y por ahí más o menos me fui. No le metí mucha preocupación teórica, porque tenía miedo de quedarme entrampada en una discusión que no me iba a permitir ver. Entonces fui con elementos bastante débiles en términos teóricos.
S. S. – En el mismo libro consideras que no sólo la unidad doméstica, o la estructura la vida cotidiana de las mujeres, sus roles específicos de género, sino que también articulas su posicionamiento social y de clase. ¿Cómo lograste incluir esta dimensión de clase en tu investigación sin limitarte al estructuralismo y al marxismo?
T. B. – Esa investigación está muy influida por el marxismo, porque esa investigación yo la hice al mismo tiempo que leíamos semana a semana El Capital, en esos seminarios que había en los setenta sobre El Capital, en toda América Latina, principalmente en México, que era donde más se podía leer. Coincide esa investigación con una línea de investigación sobre familia, unidad doméstica, que se estaba desarrollando en el Instituto y en el Colegio de México, con gente que también participaba en los seminarios de El Capital, como eran Orlandina de Oliveira, Brígida García y Umberto Muñoz. Entonces en ese intercambio de información entre lo que ellos estaban haciendo y yo hacía, surge todo esto que yo incorporo en el libro.
La vida cotidiana es un ámbito muy interesante porque está estructurada de fuera. Y al mismo tiempo, estructura la vida de las personas. Es decir, hay determinantes de clase del tiempo histórico en el que se vive, que se reflejan en la vida cotidiana, que se expresan en la vida cotidiana. Pero al mismo tiempo, uno ve cómo por ejemplo la división del trabajo organiza la vida de las mujeres y de los hombres. Principalmente de las mujeres.
S. S. – ¿Tuviste que enfrentar críticas de la comunidad académica cuando salió el libro?
T. B. – No. Ni críticas ni no críticas.