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Violencia Epistémica: Transcripción

J. S. – Hablando de la imposibilidad para las mujeres indígenas de ser escuchadas, de poder articularse en el lenguaje y de ser visibles dentro de los entornos racistas y patriarcales: ¿Consideras estas experiencias como formas de violencia ejercidas en contra de los sujetos subalternos?

M. B. – Sí, son formas de violencia epistemológica, la violencia que ha permanecido durante siglos, la violencia del español y la violencia del sistema educativo también. Considero que estas son formas de violencia. Pero también hay violencia corporal. Sin embargo, en las últimas décadas, lo que ha habido mucho más ha sido una violencia epistemológica: Violencia de la lengua española, del castellano, y de la estructura de la modernidad que en sí es una forma de violencia al margen.

 

J. S. – Cuando hablas sobre el problema de ser indígena, zapatista y mujer en una sociedad machista y racista: ¿Piensas también en diferentes tipos de violencia epistemológica según se trate de mujeres indígenas o mujeres blancas? ¿O se trata, en general, de un solo tipo de violencia que se dirige contra todo tipo de mujer?

M. B. – No. Es un gran menú. Hay violencia lingüística, hay violencia corporal, hay violencia de la institución. Es muy diversificada. Si tú ves, por ejemplo, las formas de dominación que tienen que ver con el color, allí hay todo un tipo de discurso, un tipo de instituciones, un tipo de lenguaje. La violencia de género tiene muy diferentes formas de hacerse visible. La violencia sexual tiene formas de hacerse visible también. Hay un menú muy grande de formas de invisibilizar: no escuchar, suplantar, suprimir, suplementar al otro.

 

J. S. – Si partimos de que las mujeres indígenas zapatistas sólo pudieron adquirir una identidad propia, luego de que se unieron a las filas del zapatismo armado: ¿Piensas tú que las mujeres indígenas sólo pueden articularse y adquirir una identidad propia cuando hacen uso de la violencia para obligar a los hombres a respetarlas?

M. B. – Es que habría que ver cómo se define violencia. Lo que pasó aquí es que la mediación de Marcos y la estructura del zapatismo –una estructura que rápidamente se conformó–, porque esto sí pasa en Latinoamérica: los movimientos sociales indígenas hacen ligas con los de estudiantes, con intelectuales, es decir, hay un canal ya prácticamente hecho. Y lo que pasó con el movimiento zapatista es que rápidamente se dieron cuenta de que si lo que querían era ser diferentes a los clásicos movimientos maoístas, trotskistas y marxistas que conocemos muy bien en Latinoamérica, tenían que pasar al Internet, y tenían que ¿qué? ¡Ah! ¡Pues sí! Pasar al género, darle voz a las que menos voz tienen. Porque lo que sí hacen los zapatistas es darle voz a los “sin voz”, los que de veras sí no tenían voz; que se escucharan. Y son las mujeres. Entonces, allí, hubo, por un lado, ya una tradición de cooperativas, de trabajo con las comunidades de base religiosas, de la iglesia católica (que hizo mucho trabajo de comunidades de base), había trabajos con ONGs, y ya había un canal hecho con las mujeres, que no se hizo necesariamente con violencia, que se hizo a partir de las comunidades de base de la teología de la liberación, que se hizo a partir del feminismo, que se hizo a partir de ONGs.

El zapatismo lo que hizo primero fue una cosa violenta, y, luego, cambió las armas por palabras. Entonces ahí hay un límite con la violencia. Porque lo primero que hizo el zapatismo fue volar unos puentes. Pero en seguida, eran los rifles de madera y “la palabra”. Y lo que las mujeres hicieron muchísimo fue poner “el cuerpo”, y como no tenían tantas armas, ellas se ponían en frente de los tanques. Hay muchas fotos que han sido fundacionales para el imaginario nacional, de hileras de mujeres frente a los soldados y los tanques. Entonces, la violencia sería más como esa vulnerabilidad de ellas puestas frente al poder, y, sí, a lo mejor, con un rifle, pero no hacer ellas violencia. Es más bien como poner “el cuerpo” en la línea para que evidentemente le pasen arriba, y ahí se vea el exceso de violencia del otro, para poder negociar desde ahí. Pero se necesita una estrategia colectiva, sistemática, dirigida por una mediación muy cercana a ellas. Tiene que ser algo colectivo, si no, es muy difícil.