Springe direkt zu Inhalt

Cuerpo: transcripción

- ¿Terminó el dominio masculino en el boxeo al permitir la participación de mujeres?

H.M.: Yo creo que el boxeo es el último coto masculino. El último coto masculino a mí me parece una frase muy linda, porque “coto” quiere decir espacio cercado, espacio cerrado, defendido, y que haya necesidad de defender algo quiere, decir que es algo que está amenazado. Se habla de coto por ejemplo como los cotos de caza, que eran espacios que los aristócratas en Europa y yo creo que también en América, pero fundamentalmente en Europa cercaban, cerraban y decían: “Aquí no puede entrar nadie, porque es un espacio exclusivo para mí, para que yo pueda cazar animales salvajes.” Entonces no pueden entrar los otros, y al que entraba lo mataban, lo buscaban o lo que sea, lo perseguían. Entonces, piensa qué implica el hecho de que yo mire el boxeo como un coto. Yo veo que todo el deporte se tiene que defender de la presencia de mujeres, porque en el deporte lo que se pretende es subrayar la definición de lo masculino, precisamente como esencialidad, en términos de la supremacía de lo masculino que se legitima en el deporte, para posicionarse socialmente como superioridad social, como algo que tiene que gobernar, que tiene que dominar, que tiene que mandar. Lo interesante en el deporte; es que me llama la atención sobre muchos detalles que tienen que ver con este posicionamiento de la masculinidad como lo superior, como la supremacía. Es un posicionamiento, es la necesidad de encontrar mecanismos culturales donde queda señalada la supremacía, pero además defenderlos a capa y espada, o sea poner reglamentaciones muy claras, como cercar el espacio social para que no entren las mujeres. Mi pregunta era: ¿Por qué los hombres necesitan eso? Si los hombres son superiores biológicamente, no tienen porque excluir a nadie del deporte, porque sencillamente las mujeres no van a entrar. Pero lo que pasa a lo largo de todo el siglo XX, y ya desde antes, es que las mujeres quieren entrar a hacer deporte. Y la contestación de los hombres es simple: “No, ustedes este… lo que tienen que hacer es cocinar bien y cuidar a sus hijos y obedecer a su marido, para qué van a estar ahí exhibiendo sus piernas desnudas ante el público masivo y todas esas cosas.” En particular el boxeo en México, a mí me parece un campo de investigación súper interesante, porque hasta 1999, un año antes del final del siglo XX, la práctica de boxeo femenil estaba prohibida explícitamente por reglamentos del boxeo profesional. El cuestionamiento de esa regulación y el hecho de que una boxeadora, que se llama Laura Serrano, haya conseguido que esa regulación se terminara y que el hecho de que se permita que entren las mujeres al boxeo, a mí me abre posibilidades de contestación de preguntas muy importantes. Una que me parece crucial es la que tiene que ver con las formas de la interacción, el orden de la interacción en el sentido de (Erving) Goffman, que implica que todas las relaciones sociales, aunque tengan una lectura o una expresión cultural abstracta, se realizan en las relaciones cara a cara. Lo que importa no es solamente la idea de que los hombres son superiores a las mujeres, en términos generales, lo que importa es que cada hombre se sienta superior, no solamente a una mujer, (sino que) se sienta superior a todas las mujeres. A mí me parece sumamente interesante que esto, en la práctica, es completamente cuestionable, es decir, cuando los hombres dicen: “Los hombres somos superiores biológicamente a las mujeres, somos más fuertes, corremos más rápido, tenemos más masa muscular” lo que yo me pregunto es: sí, en abstracto, ¿pero en concreto? Bien puede suceder que tú te encuentres a una mujer, que tiene más masa muscular que tú mismo, una mujer más alta o una mujer que corre más rápido. Yo lo que digo es (que) tenemos que poner a los hombres en situación y a las mujeres en situación, no me digan que una mujer es más débil que un niño, ese niño es varón, es masculino, pero la mujer es más fuerte que el niño, una mujer joven es más fuerte que un hombre viejo, una mujer sana es más fuerte que un hombre enfermo, y ahí hay una enorme variación de alturas, de estaturas, de formaciones de cuerpo. Allí estamos sometidos a esta idea abstracta en general, y no vemos la particularidad. Pero además existen formas de organización social, que de pronto en lo que se traduce, es en esa posibilidad de que cada hombre pueda sentirse superior a una mujer, por ejemplo, en esta circunstancia súper interesante en la que las mujeres se emparejan con hombres más altos. En México la diferencia de edad es de dos años y por lo general buscan hombres que sean más ricos, que tengan más escolaridad que ellas. O sea están poniéndose desde un principio en una relación de inferioridad. Yo digo: ¿qué pasaría si eligiéramos al revés? Si las mujeres siempre eligiéramos emparejarnos con hombres más chaparritos, que tuvieran menos dinero, que fueran menores y que tuvieran menores capitales en general: menor capital cultural, menor capital social, menor capital simbólico, la relación sería completamente diferente. Si hubiera más variabilidad, que no pusieras como condición para enamorarte de alguien que fuera más alto o más chaparrito que tú, que te puedes enamorar de alguien sin importar cuál fuera su estatura, entonces no veríamos como una norma social y autoevidente este hecho de que hay una superioridad biológica de los hombres sobre las mujeres, sino que empezaríamos a ver eso: hay mujeres más rápidas que algunos hombres, hay mujeres más fuertes que algunos hombres y ciertamente mis boxeadoras son más fuertes que muchos de los hombres que yo conozco, yo me muevo en una academia y en la academia eso de desarrollar el cuerpo es muy relativo. La gente sí corre, adelgaza y va al gimnasio, pero no desarrollan esa potencialidad del cuerpo a sus límites, que es lo que tiene el deporte, eso es lo que vuelve el deporte tan apasionante. O sea, esa pregunta: ¿Cuál es el límite de mi cuerpo? ¿Hasta dónde puede mi cuerpo llegar? ¿Cuánto es lo que mi cuerpo puede hacer?

Estuve entrevistando mucho entrenadores de boxeo fundamentalmente y muchos de ellos reflexionan acerca de que es más fácil que una mujer se someta a la disciplina, que es una disciplina súper férrea, que los hombres. Para una mujer parecería más fácil en cierta medida no beber alcohol, no irse de parrandas con sus amigos, no desvelarse, levantarse todos los días temprano, comer lo que hay que comer e ir todos los días a entrenar. Parecería que las mujeres de alguna manera, al menos estas mujeres, tienen una disposición, incluso más abierta que los hombres para hacer este tipo de cosas. Entonces ellas tienen un éxito, que es ese desarrollo de su cuerpo: esa posibilidad de que sus músculos, sus huesos y sus reflejos funcionen súper bien. Y yo me pregunto con esas chicas, en el mundo real son más fuertes que muchísimos hombres, ellas son superiores, hay allí alguna supremacía biológica ya no abstracta, sino concreta. El hecho de que ellas estén ahí, por lo menos llamándonos la atención acerca de cuáles son los mitos, cuáles son las mentiras que nos estamos diciendo respecto del género de los seres humanos. Y por eso es tan importante el ingreso de las mujeres a todos los campos deportivos.

 

- ¿Por qué las boxeadoras subrayan su feminidad en el campo de boxeo?

H.M.: Hay una necesidad de subrayar la feminidad en el boxeo. Yo trato de interpretar este posicionamiento de hiper-feminidad de las boxeadoras, en términos de la composición del campo, de la lógica del campo en el que están moviéndose. Como el boxeo es el último coto de la masculinidad, uno de los fenómenos que yo veo en México, en particular, pero creo que es mundial, es que todavía está tremendamente dominado por varones; está dominado por varones en prácticamente todos los aspectos de la realización de la disciplina: los promotores son hombres, los entrenadores son hombres, los managers son hombres, una enorme cantidad de la afición es masculina, y todavía tenemos que preguntarnos hasta dónde llega el dominio masculino en los medios de comunicación, en el periodismo, en la televisión y en el cine inclusive. Es un medio dominado por hombres y la cantidad de deportistas, la cantidad de atletas que han podido ingresar del sexo femenino es mínima. En México hay muy pocas boxeadoras, si entras a un gimnasio de boxeo lo que vas a ver es un predominio de cuerpos varoniles y una pequeña minoría de mujeres. Dentro de ese campo, que además está tan cargado de aspectos de género - también de aspectos de clase y también de aspectos de etnia, pero esos no los voy a discutir en este momento – las mujeres se sienten terriblemente presionadas, y yo creo que son amenazadas por el estigma, por el estigma de poder identificarlas como lesbianas o simplemente (de) poder identificarlas como seres totalmente anormales. Allá hay una relación que se puede extender a todo el campo deportivo y que me llama mucho la atención en esta voluntad de volver abstracta la superioridad masculina: siempre que se destaca una figura masculina deportiva, esa figura socialmente se lee y se interpreta como el paradigma de lo masculino. Entonces todos los hombres se identifican con el gran basquetbolista, con el gran boxeador o con el gran jugador de fútbol y hay una mirada hacia esa figura como “él nos está representando a todos los hombres”. En cambio, cuando una mujer se destaca en el campo deportivo, la lectura que se hace a esa mujer es como alguien que es irregular, como alguien que es antinatural. Entonces las mujeres no se quieren parecer a ella y todos los hombres la ven como lo antifemenino: el solo hecho de querer hacer un deporte, pone bajo sospecha a una mujer. Estas mujeres que se desarrollan en el campo de boxeo necesitan subrayar todos los aspectos de su feminidad para lograr que no haya esta lectura sobre ella de que son raras, de que son lesbianas, de que están mal. Entonces se maquillan, se visten muy lindas, se ponen chalequitos, se peinan muy bien y además tienen un lenguaje corporal fuera del régimen, que es sumamente femenino. Es súper contrastante, si uno ve los videos que hemos estado haciendo y compara los posicionamientos corporales en las entrevistas con la velocidad y la potencia fisiológica – porque son atletas de primera calidad – en el ring, lo que ves es un contraste muy extraño, ¿Cómo esas personas, que además son además chiquitas, finitas, delgaditas, con rastros finos, muy bonitas, por lo general, pueden de pronto, convertirse en una bestia golpeadora? Eso es muy interesante.