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Participación Social: Transcripción

 

¿Se le ocurren ejemplos de proyectos de política de desarrollo que evaluaría como positivos?

R. R. – Sí. No los megaproyectos que son mayoritariamente exitosos en el área de desarrollo infraestructural y que siguen reglas obligatorias, –porque lo más fácil es construir calles y aeropuertos–. Varios proyectos que evalué en América Central eran muy modestos. Eran proyectos de los cuáqueros americanos, que trabajan desde los años 1920 en América Latina y América Central. Por ejemplo, en Nicaragua, los cuáqueros, hasta hoy, no aceptan dinero del Estado, pero –y esto es muy importante–, poseen una posición muy fuerte en la política interna americana, debido a su posición y tradición en la sociedad americana. Es decir, ellos no tendrían esa independencia, –también independencia política, la que han mostrado a menudo–, si no estuviesen asegurados en la política interna de los Estados Unidos. Por eso, son los cuáqueros una organización muy atípica. Y eso no corresponde a la mayoría de las organizaciones no gubernamentales, las que, por lo demás, realizan en parte un trabajo de base importante, pero casi siempre son dependientes de financiamiento extranjero. Esto no significa que los que financian les impongan proyectos o concepciones de proyectos. Pero en el entre tanto se ha desarrollado un tipo de “political correctness”, donde ciertos proyectos son considerados “in”, mientras otras cosas no son tocadas. Y conozco organizaciones no gubernamentales que, por decirlo así, tienen el formulario de solicitud guardado en el computador, que luego envían con direcciones alternativas, que van desde el Banco Mundial, pasando por fundaciones políticas, a direcciones alemanas como a organizaciones de tipo relativamente independiente en Suecia y Noruega. Se envía 10 o 15 veces la misma solicitud con la esperanza de que algo quede en algún lugar. De este modo el negocio de las organizaciones no gubernamentales está determinado por un pensamiento competitivo en el concurso por recursos. Eso es lo que ha llevado precisamente a ese “political correctness”, pues muchas perspectivas propias han desaparecido o por el momento no se encuentran en la esfera de lo posible, ya que en la actualidad no parecen relevantes. Por ejemplo, la conferencia mundial de mujeres promovió una base de legitimación para la representación de las mujeres en algunos países de América Latina. Lo que no había antes.Y a propósito, creó también muchos puestos de trabajo para muchas mujeres del área académica, pues de una vez avanzaron mujeres a puestos de gobierno, –simplemente porque los hombres se sintieron algo incómodos al trabajar esos temas–. Y entonces, allí se consiguió dar un gran cambio, porque ahora, debido a la llamada década de las mujeres por las Naciones Unidas, los países tienen que dar cuenta de su situación, respectivamente. Es decir, tienen que confeccionar estadísticas, que antes de la conferencia mundial de mujeres no había. Y deben elaborar cada una informes. Entonces, nuestra información estadística ha mejorado inmensamente, –las realidades no necesariamente–, aunque naturalmente estos resultados pueden estar ligados, nuevamente, a las relaciones políticas y, en general, económicas internas.

Algunos países han alcanzado grandes progresos, como ejemplo, Brasil. Otros países no, porque su situación económica era tan mala que se trató primero del aseguramiento de los intereses de la clase alta, o también, porque su economía cayó totalmente. En este sentido toda esta problemática femenina está relacionada con el clima político, con el ambiente económico y no puede ser vista de manera aislada. Y naturalmente, un clima más liberal y abierto es mejor que dictaduras o sistemas autocráticos o totalitarios.

 

Usted describe igualmente en sus textos que gran parte de los ingresos femeninos fluyen en la familia, mucho más que los de los hombres. ¿Qué trae esto consigo?

R. R. – Esto aparece aproximadamente en todos los estudios, pues las mujeres de la clase media lo que ganan lo invierten primeramente en la manutención de la familia. Nuestras trabajadoras en Fortaleza, el único lujo que se permitían al recibir el salario era los sábados cuando adquirían frente al portón de la fábrica, donde estaban los y las comerciantes ambulantes –nada de alcohol o prostitutas como en el caso de los hombres–, sino esmalte de uñas y lápices labiales y además un par de textiles baratos. Y este lujo se conseguía con lo más barato que había.

Muchas mujeres entonces ponen el dinero en el mantenimiento, o sea en la alimentación, en la educación de los niños. Aunado a esto, muy a menudo, ellas tienen que asumir la responsabilidad por los ancianos y enfermos, por la falta de seguridad social, mientras que los hombres –y este es un privilegio histórico– tienen la libertad, o sea el fútbol –la pasión nacional de los brasileños–. Para los hombres es un entretenimiento, por lo demás, bastante caro, si sacamos la cuenta entre alcohol y apuestas.

Sería muy fácil y obvio trabajar con cifras, porque una buena parte del ingreso masculino esta a disposición libre y las mujeres reciben sólo una parte de ese salario. Los hombres tienen condiciones de trabajo atroces y feas, pero su ventaja social, es tener precisamente esa libertad de acción social y económica. También la tienen los hombres pobres.

 

Calificadas inferiormente, aunque la tasa de empleo femenino aumenta continuamente, las mujeres son desplazadas de ramas en expansión de la industria y, al mismo tiempo, se llega a discriminaciones en contra del trabajo femenino remunerado. Sin embargo, la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo abre posibilidades para una participación y organización política. ¿Cómo se ve esta posibilidad de participación y organización política femenina en América Latina?

R. R. – Estas se articulan de manera diferente para mujeres de distintos grupos étnicos, clases y estratos. Por eso siempre estuve en contra del empleo de la palabra mujeres en singular, porque esa mujer en singular no existe. Por lo demás, tampoco existe el hombre en singular, sólo como modelo de pensamiento arquetípico. Una cosa hemos mencionado ya brevemente, aquello de la organización y representación en sindicatos. Antes de los años 1980 la situación estaba muy mal para las mujeres, pero ha mejorado algo. Con el tiempo se volvió importante –y es bien visto, por lo menos en los sindicatos de centro-izquierda–, el incorporar un régimen de cuotas informal y hasta formal femeninas. Si eso funciona en la realidad no es importante. Pero se ha tomado conciencia sobre el problema por lo menos de manera retórica. Las mujeres en los barrios, en la mayoría de los casos, se han organizado en asociaciones de vecinos. Y tenemos mientras tanto ya muchos trabajos académicos sobre eso, de cómo mujeres al nivel de la vecindad, del barrio, se han organizado para el mejoramiento de sus condiciones de vida y las de sus familias, es decir, ellas se preocupan, en primer lugar, por el mejoramiento de las condiciones de vida. Y tenemos esos ejemplos famosos que luego aparecieron en la prensa mundial, durante el periodo de las dictaduras militares en Argentina, Chile y Brasil, en los que las mujeres, las madres, las esposas, las familiares de las víctimas de la dictadura militar se reunían en lugares públicos y preguntaban por las víctimas. El ejemplo más famoso es el de las mujeres en Buenos Aires, que protestaron públicamente por las víctimas de la dictadura. Al comienzo eran un número pequeño y luego creció. Después, las descubrieron los periodistas y se difundieron las imágenes de estas mujeres por los canales de televisión del mundo. Pero esto es comparable también con lo sucedido en otros países del mundo que han padecido también regímenes totalitarios, sólo que no fueron tan espectaculares como en Buenos Aires. Recuerdo también que en Guatemala, en las iglesias apartadas de la Ciudad de Guatemala, cuando la dictadura militar estaba aún en su plenitud, hubo pequeños encuentros en las iglesias, pero eran clandestinos, ahí no había gente de la televisión ni periodistas, pues era peligroso. Ese momento de la protesta pública fue muy importante. Tiempo después, en Brasil y en Chile, luego de que las dictaduras militares habían dejado el poder, les pregunté a menudo a los militares, por qué no tomaron medidas en contra de estos acontecimientos. Ellos estaban bastante bien informados –el servicio secreto funcionaba naturalmente y habían hecho grabaciones y tenía cintas–. Un viejo general patriarca me dijo que contra las mujeres no podían movilizar tanques. Es decir, que en el momento donde se llevaba el luto, había un modelo de sociedad que les permitía a las mujeres llevar ese luto. Luego todo se desbordó, y después no se estabaa más de acuerdo con eso. Pero eso ya ha sido tratado hasta en la tragedia griega, el hecho de que a las mujeres se les permite llorar y llevar luto por los muertos. Bueno, creo que en algo esto tiene que ver con que esas demostraciones –mientras tuvieron lugar en espacios protegidos–, fueron toleradas porque eran compatibles con la imagen tradicional y conservadora de la mujer, o sea, el rol tradicional de la mujer como madre.

 

Volvamos a lo privado y a la esfera personal. ¿Qué atribuciones existen aún hoy para el hombre y la mujer en América Latina?

R. R. – América Latina es grande. Argentina, Buenos Aires es bastante diferente de Bolivia

¿Existe no obstante un cierto consenso que debemos constatar entre las atribuciones hombre-mujer?

R. R. – Sí, creo que ya tocamos una vez brevemente ese tema, que por así decirlo, las exigencias o el conglomerado de ideas venidos de las organizaciones como las Naciones Unidas y organizaciones de mujeres, se ha establecido en el imaginario de la opinión pública. Y que en el entretanto se haya creado en las organizaciones oficiales un estrato de representantes y también un nuevo mercado de trabajo de tipo intelectual, en el cual las mujeres pueden actuar y, aunque limitadamente, por lo menos también desarrollarse. O sea, cada país latinoamericano tiene poco a poco un ministerio de la mujer. Esto fue una exigencia de las conferencias mundiales de mujeres. ¿Y cuánto poder e influencia real tiene? Depende de nuevo de su posición en el partido como también del apoyo que tengan en la opinión pública.

En algunos países, el apoyo es muy grande y pondría a Brasil como ejemplo. En México, paradójicamente, las nuevas leyes fueron aprobadas por un presidente que, por así decirlo, es el perro pateado. Es decir, aquel que introdujo la globalización y la neoliberalización. Y mi sospecha era que algunos diputados nunca leyeron aquellas leyes despachadas como paquete. Pero esto tiene que ver, naturalmente, con el hecho de que de cualquier forma aquellas leyes no serán puestas en la práctica.