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Lo Público y lo Privado: Transcripción

 

Sí, la pregunta es, ¿en que medida es posible superar la ubicación de la mujer en lo privado y qué papel juega el movimiento de mujeres en ello?

R. R. – Sí. Eso de que “lo privado es lo público” fue el gran eslogan del movimiento feminista y como dije el trabajo doméstico fue uno de sus temas. Pero también la sexualidad y, principalmente, las relaciones humanas. Y la discusión era antes, si se debía racionalizar todo como en un modelo utópico, por decirlo así. O sea con hijos de seis meses en una guardería, un bune salario femenino y una cantina, y luego todo provisto de trabajo –trabajo no–, de comida. Lo que fue el modelo israelita que en el entretanto ha sido superado. Pero lo que fue el núcleo central, temas como sexualidad, relaciones en general, fue visto como parte de las relaciones de poder. Lo privado era un lugar donde se practicaba mucha violencia, mucha subordinación, mucha dominación. Eso fue, creo yo, el núcleo positivo, y no eso de querer transformar todo trabajo de reputación en trabajo salarial, sino que precisamente, había en lo privado estas relaciones de poder y dominación. ¿Y cuánto tiempo cuesta atender a un hijo que tiene dolor de muelas? Eso no cuenta lo mismo que el trabajo, pero es muy arduo, para sólo nombrar un ejemplo. Y aquí, asombrosamente, ha cambiado mucho en América Latina, la participación de los padres en los asuntos familiares. No recuerdo haber visto jugar, en los años 1970, un domingo en el parque, a un padre con sus hijos. O sea, pasear con ropas bien planchadas y jugar un poco de fútbol, o ver que se preocupara realmente de los niños. Cuando voy a América Latina, voy los domingos al parque para ver quien juega con los hijos. Sí, y lo que es nuevo –por lo demás también aquí–, en lo público, es que las bancas del parque están ocupadas por hombres. Para las mujeres, ha cambiado también la forma de presentarse en los ámbitos públicos. Así como nos sentábamos antes, era indecoroso sentarse con pantalones en los ámbitos públicos. La marcha triunfal de los jeans cambió eso. Porque los jeans se transformaron en un éxito mundial. Eso se tiene que verse como algo bueno de los y las estadounidenses. Otra anécdota: Cuando vine a México, ¿como se conocían chicos y chicas? Se iba a la escuela. Entonces, cuando viene México en el año 1969, en Oaxaca, me daban al joven de 8 o 9 años de la familia donde vivía –porque era impropio que yo fuera sola a cualquier oficina–. Ahí tenía que ir conmigo el jovencito que se aburría mucho. Como mujer no podía andar “desnuda” en una ciudad provincial. Y las distancias siempre fueron de dos cuadras. Y el pequeño, que es ahora algo mayor, siempre se acuerda que me tenía que acompañar. O aún, un ejemplo maravilloso de un proyecto de investigación de una empresa no latinoamericana: La migración de mujeres egipcias en los estados del golfo pérsico. Buscaban académicas para profesiones calificadas: Médicas, científicas y sólo eran aceptadas, si eran casadas y las acompañaba el marido o el hijo. En un caso bastó el hijo de cuatro años. O sea un hombre debía estar siempre al lado como protección, aún cuando tuviera cuatro años de edad. Y esto no se ha cambiado, como sabemos, en los países árabes y en algunas familias de inmigrantes turcos, que el hombre es el responsable del honor y el cuidado de la familia.

En América Latina esto se ha transformado fuertemente. Pero eso ha sido muy a menudo la consecuencia de la migración y de costumbres mediales transformadas. Hollywood y, peor aún, las teleseries llegan hasta la última esquina del Amazonas. Tenemos un trabajo de doctorado de Angelika Mentzen sobre Perú, de cómo mujeres que vuelven de la ciudad como empleadas domésticas, son recibidas por las otras mujeres del pueblo y con un gran conflicto por el uso del “blue jeans”. Las mujeres habían aprendido a usar el “blue jeans” en Lima, y cuando volvían al pueblo, se encontraban con que las mujeres mayores que tenían el control de la apariencia de las muchachas menores, se sentían absolutamente heridas por el uso del “blue jeans”. Había, entonces, duros conflictos frente al uso de pantalones.