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Feminismo

Jelin aborda el feminismo, desde al menos tres perspectivas, como movimiento social, como pensamiento social y como movimiento activo en la transición a la democracia. Dentro de los movimientos sociales el feminismo constituye, para Jelin, una parte del movimiento de mujeres, pues no toda la participación de mujeres en movimientos puede ser vista como feminista. Para Jelin el movimiento feminista podría ser entendido como una especie de vanguardia del movimiento de mujeres que trata de empujar, lo más posible, ciertas reivindicaciones y demandas de los derechos de las mujeres.

En el campo epistemólogico el feminismo ha producido un cambio en el pensamiento general, que no ha sido, según la autora, reconocido todavía. Ella destaca que en primer lugar el feminismo cuestiona la distinción entre lo público y lo privado. Lo privado reservado al lugar de la mujer (espacio doméstico) y lo público reservado al lugar de los hombres (espacio político formal). En segundo lugar, el cuestionamiento de las funciones y roles sociales de las mujeres y de los hombres en lo privado y lo público hace que se quiebren las concepciones hegemónicas de lo social y lo político.

El feminismo propone una manera distinta de pensar ambos campos, relacionándolos, al plantear que lo político no es sólo lo que pasa en el sistema político, sino también lo que pasa fuera. Lo social tiene claras implicaciones políticas, pues está determinado y sobredeterminado por decisiones de poder. El feminismo introduce la idea de que “lo personal es político”. En este aspecto, la autora hace referencia al eslogan de las feministas chilenas: “democracia en la calle, democracia en la cama”. La perspectiva feminista, podría decirse, contribuye a politizar la esfera privada y a transformar por medio de este cuestionamiento tanto la esfera pública, como el espacio político formal.

En tercer lugar, el movimiento feminista, reconocido como tal, se ubica dentro del contexto histórico latinoamericano como un movimiento social de mujeres que surge junto con otros movimientos al final de las dictaduras, entre las décadas de los años 1970 y 1980. Todos estos movimientos tenían como exigencia fundamental, la transición a la democracia. Los integrantes de estos movimientos se preguntaban entonces, dice Jelin, si este tipo de participación podría constituir una nueva forma de hacer política, o si luego de la transición, estos movimientos iban a ser absorbidos por los canales estrictamente políticos. La autora se refiere aquí a la influencia del pensamiento de Norbert Lechner, de que lo político trascendía los espacios de lo institucional y lo formal.

La autora ubica la entrada de la perspectiva feminista en su trabajo en la confluencia de lo personal, lo político y lo académico, así como en la coincidencia de los momentos políticos y ciertos debates académicos. A finales de los años sesenta, la autora se encuentra en Nueva York y vive de cerca la movilización de la Guerra de Vietnam, así como la presencia de manifestaciones feministas en Estados Unidos. En esta época, la autora menciona la influencia del marxismo, de los debates en la New Left Review y el trabajo pionero de Adguir Edmolain sobre los temas de la invisibilidad de los trabajos domésticos. Todo esto conduce a esta autora a crear un primer campo de trabajo con perspectiva feminista ubicado específicamente en el campo de lo doméstico, y en su estudio en los sectores populares en la Argentina. La preocupación por el respeto al “otro” y a la “otra”, en el trabajo de Jelin, así como la posibilidad de reconstrucción de nuevas fronteras entre lo privado y lo público, provienen de la reflexión feminista

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