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Movimientos sociales

En el contexto socio-político del Cono Sur de finales de los años 1970 y comienzos de los años 1980, en los procesos de transición de las dictaduras hacia las democracias, tienen lugar múltiples manifestaciones públicas y demandas democráticas realizadas por diversos actores de la sociedad civil. En este momento, la lucha por los derechos ciudadanos en las democracias por venir, reflejada en las demandas que surgieron de distintos sectores sociales, adquieren un lugar central en la esfera pública.

Surgen en esta coyuntura los llamados nuevos movimientos sociales latinoamericanos. Elizabeth Jelin, en el artículo: “Otros silencios, otras voces: el tiempo de la democratización en la Argentina” (en: F. Calderón Gutiérrez (comp.), Los movimientos sociales ante la crisis. Buenos Aires, UNU/CLACSO/IISUNAM, 1986), nos da una definición de movimientos sociales como aquellas “acciones colectivas con alta participación de base que utilizan canales no institucionalizados y que, al mismo tiempo que van elaborando sus demandas, van encontrando formas de acción para expresarlas y se van constituyendo en sujetos colectivos, es decir, reconociéndose como grupo o categoría social.” (p. 18).

El concepto de los movimientos sociales ocupa una parte central en el trabajo que realiza Jelin. Su enfoque de los movimientos sociales muestra el carácter socio-dinámico de los movimientos en comparación con el resto de las acciones colectivas, y su aspecto de resistencia como de protesta social. Esta perspectiva permite comprender que los movimientos sociales no son puntos fijos de la sociedad que poseen lógicas lineales cotidianas sino que, por el contrario, son alianzas sociales, muchas veces inesperadas, que se hacen y rehacen de múltiples formas, y que están sujetas siempre a intereses coyunturales.

El significado e interés analítico de los movimientos sociales reside sobre todo, para la autora, en poder buscar en ellos evidencias de transformación profunda de la lógica social, pues lo que está en cuestión es tanto una nueva forma de hacer política como una nueva forma de sociabilidad. (p. 21). Por lo tanto, desde la óptica de Jelin, los movimientos sociales son sobre todo movimientos de resistencia y de protesta social.

Alrededor de los movimientos sociales, Jelin logra establecer una línea de investigación que conecta lo que habían sido sus estudios sobre protesta social, en especial sobre protesta obrera y, más adelante, sobre movimientos barriales, con la transición política hacia la democracia. Jelin no sólo centra estos estudios en el caso de la Argentina, sino que extiende sus investigaciones más allá de los límites nacionales. Cuando estudia el lugar de las mujeres dentro de los movimientos sociales, lo hace a una escala latinoamericana. Actualmente, la autora se refiere a "movimientos sociales transnacionales" para definir un campo más amplio de análisis que trasciende las fronteras e intereses nacionales del caso argentino. En este aspecto, es central la publicación: Más allá de la nación: las escalas múltiples de los movimientos sociales (Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2003).

Los movimientos sociales tanto en la Argentina como en el resto de países latinoamericanos que Jelin ha estudiado pueden agruparse, dentro de su obra, en cuatro grandes tejidos de movimientos sociales –estos tejidos se subdividen entre ellos, se separan o interconectan cuando toman partido en luchas específicas–: el tejido de los movimientos urbanos –barriales, de obreros, de sindicalistas, de base, de piqueteros, de las minorías sexuales…–, el de los movimientos de mujeres –sindicalistas, feministas, de mujeres en el Estado, de mujeres en el MERCOSUR…–, el de los movimientos de derechos humanos, y el de los movimientos de gente y migraciones. Por ejemplo, en los años 1980, muchos movimientos tenían como objetivo central la lucha por la democracia, a pesar de que cada uno de ellos, por ejemplo el movimiento feminista, atendía una agenda de intereses todavía más específica.

Más adelante, en las marchas en la conmemoración del 24 de marzo, el papel de las madres de los desaparecidos es crucial en la Argentina. Esta unión de los diferentes tejidos, dice Jelin, establece una especie de escenario político de luchas por quienes son las voces que van a ser escuchadas socialmente. Primero, las madres, luego los hijos de los desaparecidos y de los exiliados, los ex-militantes, los sobrevivientes y una multiplicidad de voces de otras organizaciones sociales y otras partes de la sociedad argentina que también están reclamando la posibilidad tanto de conmemorar, como de hacerse escuchar. Entonces, dice Jelin, si uno va a una de las marchas de conmemoración del 24 de marzo, uno se va a encontrar con que la columna de madres –la columna de hijos–, es absolutamente minoritaria y se va a encontrar con cuadras de piqueteros, montones de organizaciones sociales de todo tipo: barriales o políticas, que van a la marcha como van todos, o sea, como que esa dictadura no tiene dueño. Entonces la memoria de la dictadura no tiene un dueño legítimo, sino que de alguna manera, todos podemos –y tenemos derecho– a conmemorar o a darle sentido a ese pasado elaborando una narrativa de memoria.

Con respecto al primer tejido de los movimientos urbanos, Jelin distingue en ellos diversas etapas de constitución. En la entrevista, la autora llama la atención al menos de tres aspectos relacionados con este punto. En primer lugar, habría que estudiar la relación entre migración campo y ciudad y los movimientos sociales barriales y de base que se constituyeron posteriormente a estas migraciones en los centros urbanos. En segundo lugar, Jelin distingue entre desplazamiento social y movimiento social.

Por ejemplo, en el período de migraciones masivas del campo a la ciudad, la movilización de una cantidad de mujeres a la ciudad y la ocupación de la mayoría como empleadas domésticas no llega a tener los rasgos ni de movimiento social, ni de movimiento de mujeres. Un tercer aspecto tiene que ver con el hecho de la mayor visibilidad que pueden adquirir los movimientos en los centros urbanos. El movimiento de los piqueteros, que es a grandes rasgos un movimiento de trabajadores desocupados, venía gestándose, dice Jelin, en lugares alejados de la ciudad de Buenos Aires, aproximadamente diez años antes del 2001, que es cuando aparecen en la capital argentina.

El tejido de los movimientos de gente y migraciones es una categoría mucho más reciente y conforma una de sus investigaciones actuales. Se ha estudiado aquí sobre todo el tema de los derechos de los inmigrantes en los países limítrofes con la Argentina. Jelin se refiere en este aspecto a dos tendencias dentro de las instituciones del Estado, una que promueve la discriminación, y otra que sí recibe las demandas de los emigrantes cuando se sienten discriminados.

Un tercer tejido lo constituyen los movimientos de mujeres: mujeres sindicalistas, mujeres de la iglesia católica, mujeres indígenas, mujeres en el MERCOSUR, mujeres académicas, mujeres ligadas a los gobiernos o mujeres feministas. Uno de los principales puntos a entender aquí es la crítica al hecho de que las luchas de las mujeres y su participación social han sido interpretadas en un sentido social, como trabajo social, y no en un sentido político. Jelin critica la dicotomía de espacios separados por género que identifica a lo público con lo masculino y a lo privado con lo femenino. En los movimientos de mujeres, la autora establece una diferencia entre mujeres en movimientos sociales, movimientos de mujeres y movimientos feministas. En la entrevista, se refiere a 4 lógicas de grupos de mujeres que pueden combinarse entre ellos y conformar un campo no resuelto: la lógica de las sindicalistas, que se extiende al papel de las mujeres en el MERCOSUR, la de las de académicas, la de las políticas, que comprende el grupo de mujeres ligadas a los gobiernos, y la de las feministas.

Frente a la formación del MERCOSUR existen muchísimos actores sociales o movimientos sociales: el del ambientalismo, el de las universidades, el del sindicalismo. Jelin distingue en sus investigaciones dos vanguardias o dos grupos de mujeres que se sumaron a la conformación del bloque regional MERCOSUR, que incluye cuatro países: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay; y además Chile y Bolivia, como países asociados. Uno es el grupo de las mujeres sindicalistas que ha estado intentando armar redes regionales para avanzar en el mundo del poder dentro de la conformación del MERCOSUR. El otro grupo es el de las mujeres académicas, el cual ha tenido la iniciativa de organizar reuniones y seminarios sobre el significado del MERCOSUR para las mujeres en términos de empleo y de garantías sociales, entre otros. Jelin hace referencia a que, en el campo del MERCOSUR, el movimiento feminista se quedó un poco atrás.

Un ejemplo de mujeres ligadas a los gobiernos lo constituye en la Argentina un grupo que durante el gobierno de Menem, conformó una ONG regional, cuyo principal objetivo fue “copar los lugares” dentro de la política formal. La dinámica política de cada uno de estos grupos transnacionales –porque son alianzas transnacionales de mujeres– ha tenido una lógica muy distinta y ha querido ocupar los espacios para objetivos muy diversos.

Por último, se encuentra el movimiento de derechos humanos que ocupa un lugar central tanto en la actualidad como en el trabajo de Jelin. El movimiento de los derechos humanos se conecta en una parte con el movimiento de mujeres en la Argentina a raíz de la salida de las madres a la esfera pública. La mujer, a través de su rol tradicional, se convierte en sujeto político y su labor llega a constituir en gran parte el emblema del movimiento de derechos humanos. El movimiento de los derechos humanos es mucho más complejo en la Argentina y se constituye en una fuerza importante de transición política. Recientemente, Jelin ha publicado: Los derechos humanos y la memoria de la violencia política y la represión: la construcción de un campo nuevo en las ciencias sociales (en: Cuadernos del Ides, núm. 2, octubre, 2003.).  Como el título lo indica el tema de los derechos humanos está completamente ligado a los movimientos que luchan por la memoria y, en especial, por la memoria de la represión.

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