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Narda Henríquez: Biografía

Narda Henríquez

Narda Henríquez

Doctora en Sociología por Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, París y Licenciada en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú. Trabajó como Coordinadora de la Maestría en Sociología y del Diploma de Estudios de Género de la PUCP al igual que como Investigadora de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación desde la Perspectiva de Género. Tiene una larga trayectoria en los etudios de pobreza, desigualdad y cambio social. Fundó uno de los primeros programas de estudios de género en América Latina. Actualmente es Directora del Doctorado en Sociología de la Pontificia Universidad Católica del Perú y consultora Nacional e Internacional. 

Fragmentos de una biografía

En el año 1964, Narda Henríquez obtiene el “Bachelor of Arts” en el Queens College en Charlotte, North Caroline. En 1977, se gradúa como “licenciada en Sociología”, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima. En la entrevista, la autora hace referencia a lo que podrían considerarse los tres momentos de su trayectoria relacionados con el trabajo de las mujeres.

El trabajo con mujeres lo inicia en los años setenta, en el contexto del Perú, participando en colectivos de estudio que plasman la inquietud generacional de búsqueda de espacios nuevos para las mujeres. Este primer momento en el que se forman estos grupos de estudio y de autorreflexión formaban parte de una generación que comienza a pensar sobre su situación y su condición de mujeres. Estos estudios están marcados por una serie de reflexiones de mujeres provenientes de la clase media y profesionales y también por las que comenzaban a conformar las organizaciones masivas populares de mujeres y el movimiento amplio de mujeres. (1)

En un segundo momento, a finales de los 70, Narda funda junto con otras activistas: Flora Tristán, institución de corte feminista, que lucha por el cumplimiento de los derechos ciudadanos de las mujeres. Con la fundación de Flora Tristán, y con su participación en el Frente Izquierda Unida, la autora diferencia su labor de una labor propiamente feminista, que ve como posición minoritaria y que incluye el ámbito académico y el político, en la época en que el activismo feminista se distanciaba de los partidos políticos: “Yo creo que los ochenta son el período en el Perú y en América Latina, pero sobre todo en el Perú, de la construcción del discurso feminista, y en ese sentido yo no participo mucho de la institucionalización del feminismo en el Perú, porque fundo Flora Tristán, pero me dedico más a la universidad y a la vida política." "Mi segunda etapa está marcada por una relación con lo que pasa con las mujeres, pero por lo que también pasa con los partidos políticos.” (2)

El trabajo en el Frente Izquierda Unida viene a ser parte de este segundo momento de trabajo con mujeres, “que ya no es tanto con los grupos de mujeres como tal, sino con el trabajo político dentro de un frente político que se plantea también tener una propuesta para las mujeres, y la tensión que se da allí es entre lo personal y lo político. Para mucha gente el trabajo con mujeres es como una distracción, es un tema de segundo orden, y para las mujeres que estábamos en el trabajo político, no podíamos dejarlo en un segundo plano, por eso es que muchas feministas se van de los partidos a fundar organizaciones feministas. Yo me quedo en Izquierda Unida, no en un partido, porque el Frente Izquierda Unida está formado por muchos partidos. Yo soy parte del frente amplio que no tenía una ubicación de partido, y soy parte del plan de gobierno de Izquierda Unida.” (2).

Haciendo un balance dentro de su trayectoria, Henríquez se ubica en una posición liminal con relación al feminismo, definiéndose como una feminista del umbral: “Flora Tristán cumplió veinticinco años y yo he sido fundadora de Flora. Pero justamente, lo que dije en los veinticinco años, es que yo he sido siempre una feminista, pero en el umbral, no en el centro, no en el núcleo, sino en el umbral: dialogando, interpelando y siendo interpelada, pero desde un lado más académico, y creo que políticamente, sí, el feminismo me ha enriquecido mucho, porque me ha permitido estar siempre alerta de como parte de nuestras preocupaciones son las personas y la vida cotidiana. La temática de la sexualidad y el cuerpo y de pensarnos a nosotras mismas como sujetos modernos, racionales, corporizados. Yo creo que eso sí lo he ido ganando del feminismo, y también el cuestionamiento de la política tradicional que no toma en cuenta estas realidades más personales.”(2)

En el año 1982, se produce la Conferencia Latinoamericana de Mujeres, en la que se llamaba la atención sobre la experiencia personal y la vida cotidiana. En esta coyuntura, Narda centra su interés en la acción política y en el ámbito académico, en la búsqueda de elementos conceptuales y teorías: “Yo creo que he estado marcada por esta doble tensión: qué pasa a nivel colectivo y cuánto proyecto colectivo tenemos y cómo en ese proyecto colectivo se toma en cuenta la dimensión de las personas, de la vida cotidiana y de las mujeres. Creo que en esa etapa yo no tenía tan estructurado esto que estoy diciendo, pero era parte de mi búsqueda probablemente. Esa sería como la segunda etapa de mi experiencia personal.

Académicamente, yo ya estaba trabajando en la universidad, en el campo de sociología, y lo que yo estaba trabajando allí, sí, académicamente, eran movimientos sociales y regionales, porque en el Perú había muchos movimientos regionales, y comencé a trabajar el movimiento de mujeres en los ochenta.” (2). Al formarse el Frente Izquierda Unida, empieza una nueva fase, en un frente político, con propuestas para la reivindicación femenina. Junto con la entrada a la investigación de los movimientos sociales, dentro de este frente político, Narda trabaja en el plan de gobierno relativo a las cuestiones de descentralización y de mujeres: “Hicimos un plan de gobierno para las mujeres y entonces es esta militancia política, que a pesar de que yo venía del feminismo, en esa etapa, no era muy comprendida. El feminismo estaba queriendo que todos nos dedicáramos al feminismo y no a la militancia política. Así que hay una etapa de tensiones, pero luego nos volvemos a encontrar trabajando juntas.” (2)

El tercer momento se produce a inicios de los años noventa, con la participación de Narda en la fundación de los Estudios de Género: “formamos un Diploma de Estudios de Género en la Universidad, y lo formamos porque consideramos que en el Perú había mucha movilización, mucho activismo de mujeres y desarrollo feminista importante. Pero no había investigación. El trabajo académico, el programa que hicimos, que se llamaba Diploma de Estudios de Género, con un equipo de investigadoras juniors y seniors, interdisciplinario, trataba de llenar un vacío de investigación y reflexión teórica. En estos estudios encuentra líneas de interpretación que le permiten descifrar y comprender mejor los registros simbólicos y culturales de la compleja estructura social.” Con el propósito de llenar un vacío de investigación y reflexión teórica se crea el Diploma de Estudios de Género, como programa interdisciplinario, en la etapa de violencia más aguda que se vive en el Perú.

Narda y otras investigadoras consideran indispensable el análisis global de la participación femenina que constituye un soporte tanto social como institucional, en este proceso: “Cuando lo formamos pensamos que íbamos a durar tres años, porque pensamos que íbamos a llenar un vacío y nada más, ayudar a promover la investigación, a promover estudios más sistemáticos, y también, una reflexión que permitiera enraizar lo que era una mirada, digamos, teórica, pero que requería de anclajes en la sociedad peruana que es muy compleja, que está muy atravesada por muchas desigualdades sociales, pero también étnicas y culturales, entonces necesitamos mucho de una mirada hacia dentro del país que significaba estos Estudios de Género.”

Así el Diploma se funda “en medio de una situación muy militarizada de la ciudad, donde hay mucho miedo, donde la gente se va del país. La cooperación internacional se fue del país, teníamos muy poco apoyo para la investigación, pero a la vez, había mucho reconocimiento en el Perú de que las mujeres habían sido parte del soporte social, institucional, en medio de la guerra, en medio del conflicto, y también, en medio del shock” (…). Entonces había un reconocimiento muy explícito, por primera vez en el año 1990, de la derecha, de la izquierda, del centro, de todas partes y del papel de las mujeres como soporte social e institucional. Eso fue un descubrimiento para mucha gente, pero no para las mujeres que ya veníamos trabajando en eso. El año 90 fue crisis, shock, cólera, todo en el Perú. Entonces fue en ese momento que nosotras hicimos el Diploma y hasta ahora continuamos.”  (1)

Después del conflicto armado en el Perú, se constituye La Comisión de la Verdad y Reconciliación como instancia encargada de esclarecer el proceso, los hechos ocurridos, y las responsabilidades correspondientes. Narda forma parte de la elaboración del informe: Contra viento y marea, el cual tiene como propósito introducir una perspectiva transversal de género en el trabajo. Tras esta labor centra su investigación académica hacia conceptos como el rol de las mujeres de base en la toma de la palabra y como líderes de opinión local, el tratamiento del cuerpo y la diferencia a lo largo del conflicto armado, la relación entre memoria e imaginarios y también los códigos de guerra, de poder y violencia. Este último fue el lineamiento de su último  libro titulado: Cuestiones de género y poder en el conflicto armado en el Perú.

Actualmente, Narda Henríquez es coordinadora de la sección Sociología del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica del Perú.

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