ESTUDIOS CULTURALES
Es un término que me provoca dificultades. En principio, si me atengo a la experiencia mexicana, es casi nada. En la experiencia latinoamericana, sobre todo en Argentina, en Venezuela y en Chile se está volviendo la sustitución de la pasión por la crítica literaria. La crítica literaria ha venido a menos, al grado que por ejemplo en las universidades norteamericanas ya no se están admitiendo para su publicación libros de crítica literaria y, además, con la disminución aparatosa de la lectura, se está volviendo casi la invocación del fantasma; los fantasmas no son los que están depositados en los libros, sino los fantasmas son los lectores. En ese sentido los estudios culturales han conocido, en medio de grandes debates, una situación de bienestar que está siempre muy combatida. Estudios culturales comienza a partir de una propuesta de Stewart Hall y el grupo de Birmingham, se desarrolla como una renovación de la perspectiva marxista, y luego en Estados Unidos se vuelve lo que uno quiera que sea, sobre todo una huída de lo que era la crítica literaria y una inmersión en esa totalidad que es hoy la visión de la cultura. Ha permitido resultados muy notables y se ha petrificado en las cien mil tesis ¿o cincuenta mil? No, cien mil seguramente que de ahí han surgido. En lo personal creo que no hay modo de evitar que arrase el espacio académico latinoamericano, pero que no tiene demasiado porvenir en la medida en que no hay reglas, ni siquiera la ausencia de reglas se constituye en una regla y entonces eso le da a estudios culturales fuerza, convicción, persuación y endeblez en la manera de manejarse.