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CUERPO

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CIUDAD 
En tu obra el cuerpo ocupa un lugar central. La relación del narrador con el cuerpo es muy estrecha y las descripciones de personajes tomando el cuerpo como punto de partida son muy frecuentes. Tú utilizas metáforas corporales como herramienta descriptiva, tematizas las funciones orgánicas del cuerpo, sus formas estéticas o antiestéticas, las sensaciones, el erotismo, la religión, y sobre todo tú exploras el cuerpo femenino. ¿Podrías describirnos el lugar que ocupa el cuerpo en tu obra literaria y los cambios que ha tenido la valoración del cuerpo en la misma?

Bueno ya lo dijiste tú, ¿no? Ya hiciste toda una síntesis de esa obsesión mía: es decir, las ballenas tienen un cuerpo gigantesco y me fascinan: ¿Cuántas veces quepo yo en el cuerpo de las ballenas? Me parece muy importante como ecuación, pero digamos, así como todas las demás obsesiones eran completamente espontáneas pero estaban ahí presentes de una manera muy violenta porque persistían como obsesiones, el cuerpo ha sido fundamentalmente una de las principales. Creo que desde muy niña y quizás inconscientemente, me parecía que era fundamental desconstrurir, todavía no aparecía Derrida y yo no sabía lo que era eso, pero definir lo que era el cuerpo femenino, porque el cuerpo femenino era el objeto principal de la mayor parte de las novelas. Si yo leía Madamme Bovary, que fue una novela que me influyó muchísimo, y que no puedo volver a leer, la leí muy joven y me impactó tanto que no la puedo volver a leer o Palmeras Salvajes, de Faulkner, que también me impactó enormemente y no la puedo volver a leer, o Crimen y Castigo, de Dostoievsky, que también son los tres textos que me impactaron muchísimos más pero esos tres me impactaron a tal punto que no puedo releerlos porque me produce una violencia casi de náusea, una repulsión física porque no tolero el final de las novelas. Quisiera yo que Flaubert no hubiera hecho lo que hizo, que Dostoievski no hubiera hecho lo que hizo o que Faulkner no hubiera hecho lo que hizo, yo quisiera detener el destino de esos personajes y cuando lo leo me angustia profundamente. Pero bueno, me daba yo cuenta que había que definir lo que era el cuerpo para la mirada masculina que era la que había definido la literatura en general. Y que nosotras mismas, las mujeres, estábamos definidas por la mirada ajena que nos había conformado como si fuera esencia, entonces había que retrabajar eso, ¿no? Y al principio lo trabajaba inconscientemente, o lo trabajaba simplemente leyendo sin trabajarlo, digamos, como un placer de lectura. Pero al cabo del tiempo, cuando ya empecé a enseñar, cuando empecé a escribir mis ensayos, etc., me di cuenta que el cuerpo ocupaba un papel muy fundamental. Y cuando me pongo a trabajar la literatura mexicana ustedes tienen Esguince de cintura - empiezo con un texto que se llama De pies sobre la literatura mexicana, que es sobre un escritor mexicano del siglo XIX muy interesante que se llama Cuéllar, que tiene una mirada muy particular en los pies de las mexicanas, y a mí me pareció que empezar mi libro sobre historia de la literatura mexicana con los pies de las mexicanas, tal y como se veía en la literatura mexicana era un acierto. Abría muy bien el texto, pero además yo estaba muy obsesionada con Gerorge Bataille. Lo traduje, traduje La historia del ojo, traduje Lo imposible, y me gustaba enormemente un libro de Bataille, bueno, no es un libro de Bataille, son contribuciones de Bataille a una revista que se llamó Documents, y han hecho una versión extrayendo los textos de Bataille en un libro, hay una antología de esos textos, y uno de ellos muy interesante, se llama El dedo gordo del pie, que es uno de los textos más bellos que existe de Bataille, sobre el cual ha reflexionado también de una manera extraordinaria Roland Barthes, entonces ese texto también me dio un poco pávulo para empezar a trabajar el problema del pie que para mí era importantísimo porque de niña llegaba a la zapatería y probaba zapatos porque era yo dependienta de la zapatería de mi padre. No quería yo hacerlo, quería yo leer y oír música y trataba yo de que no llegaran clientes, pero no quedaba más remedio. Además la zapatería se cerraba de una a tres de la tarde y me dejaban a mí cuidándola y yo leía como enloquecida en la zapatería, por eso dice Monsiváis que soy más pies que cabeza. Entonces digamos, en ese sentido, era como que Bataille me hubiese dado luego leí lo de Barthes mucho más tarde- pero lo de Bataille me hubiera dado un poco un punto de referencia conceptual para que yo pudiera trabajar más organizadamente ese tema. Pero lo que es curioso es que yo he ido fragmentando el cuerpo, porque trabajo por un lado los pies, luego trabajo la lengua - como en la Malinche -, luego trabajo los ojos, el llanto - tengo un texto sobre los ojos de Juan Rulfo -, es decir, voy trabajando sobre partes del cuerpo, y ahora en este libro Zona de Derrumbe, que ustedes conocen el libro pero que lo he estado rehaciendo, sigo trabajando el problema de cuerpo enfermo. Es decir, el último cuento que acabo de terminar es un cuento sobre las visitas con el dentista, entonces es el problema de ir al dentista y es una sola sesión que dura dos años y medio, y entonces la ida al dentista, cada rato al dentista, horas enteras en el dentista, se convierte en una especie de sesión infernal, pero una sola sesión infernal que se convierte en un momento, pero en un momento eterno, es casi el infierno, ya lo acabo de decir, pero allí estoy explorando el problema de la boca abierta y termino con la otra boca abierta. Ahora como esos temas son duros, porque en general me ocupo de cosas así como muy pequeñitas: la disección del cuerpo, la disección de cuerpo enfermo, los senos, el cáncer de mama, los dientes, los zapatos, la relación con los animales y el cuerpo, todo eso, y ahora lo he desarrollado, a veces lo leo y digo: Caray, está medio duro esto. Pero ni modo, ahí está, es lo que a mí me interesa, digo creo que si no se llega a ese límite del autoconocimiento y que la escritura te lleve a transgredir los límites que tu propio cuerpo te impone, no funciona la escritura. Y es una exploración anatómica y al mismo tiempo de lo erótico en Apariciones, de un erotismo bastante violento y morboso porque está relacionado con el erotismo de las monjas que es un tipo de monjas que se flagela y que destruye su cuerpo pero que no puede destruirlo totalmente, y que me parece muy importante en mi reflexión sobre el erotismo... que viene también mucho de Bataille, de la literatura japonesa y de mi propia experiencia no sé si biográfica, pero sí de lecturas y de reflexiones, y que me parece muy necesario explorar, y en El rastro, como ustedes vieron, bueno pues es ya no el cuerpo enfermo. Yo escribí Zona de Derrumbe antes que El Rastro, pero ahora estoy volviendo a la enfermedad porque estoy rehaciendo ese libro, ya lo acabo de terminar, pero en El rastro estoy trabajando el cuerpo que se está desintegrando que es el cuerpo de un muerto que tiene una relación muy importante, corporal, en tanto que pareja, con la narradora.

¿Qué es lo que tú buscas al asociar personajes femeninos a una parte del cuerpo, me refiero a la asociación de la Malinche con la lengua o a Sor Juana con el corazón, entre otros ejemplos?

Bueno, mira, no sé si busco entender más profundamente esta obsesión que yo tengo con el cuerpo. Ahora, cuando yo leo a la Malinche, ella se llama la lengua. En el mundo de la conquista, desde que llega Colón a América, uno de los problemas fundamentales que tiene es que carece de lengua, así lo dice en los diarios. Y entonces manda a Torres, que es judío converso, a que hable con los indígenas porque como habla hebreo alomejor puede hablar a los indígenas. Entonces su primera idea de la lengua es mandar a un converso a hablar con los indios caribes. A mí me parece muy fascinante eso. Y desde ese primer momento, todos los que vienen a América necesitan un intérprete pero no le llaman el intérprete, le llaman el lengua o la lengua. Y la lengua más famosa es la de la Malinche, porque es extraordinaria como inteligencia, como capacidad de adaptación y como personaje cuyo cuerpo es primordial, es un cuerpo que interfiere entre los otros cuerpos, el indígena y el español, y es un cuerpo de mujer. Pero al mismo tiempo lo que más utilizan de ese cuerpo es la lengua, porque para Cortés es fundamental es la lengua de la Malinche aunque también sea su compañera erótica, digamos... una compañera esclava, digamos, porque se la han regalado como esclava, pero Cortés de da perfectamente cuenta que la Malinche es primordial para él y que es mucho más que un cuerpo femenino como se concebía el cuerpo femenino entonces, con bastante desprecio, un cuerpo utilizable, objeto, etc., etc. La Malinche puede se eso pero es también una inteligencia suprema, que es capaz de traducir lo que Cortés quiere que se traduzca, porque ella le ayuda en las embajadas y todo. Es decir, muchas veces la Malinche es entre entremetida y bulliciosa... hay otra palabra que ahorita se me olvidó que dice Bernal Díaz, por ejemplo. Y López de Gómara decía que era una faraute y secretaria, entonces realmente la Malinche conjuntaba una cantidad de posibilidades, de elementos fundamentales de los cuales no podía prescindir Cortés para la conquista, pero esos elementos podían resumirse en su capacidad de traducir, y eso estaba localizado en la lengua. Entonces yo no estoy haciendo ningún acto contrario al texto, es decir, lo estoy viendo. Probablemente la obsesión que tengo con el cuerpo me ayuda a mirarlo mejor, pero evidentemente ahí está en el texto. Ahora, lo del corazón, no es sólo Sor Juana, lo tengo en El Rastro. El lenguaje del sentimiento tiene como órgano privilegiado el corazón, y de repente cuando me pongo a trabajar los Sonetos de Sor Juana, y cuando Sor Juana empieza a tratar de deslindar entre la palabra mentirosa, la palabra retórica, y la palabra poética-verdadera, uno de los elementos fundamentales es ese órgano tan trillado en la retórica que es el corazón. Entonces trato de desmontar cómo funciona el corazón en el universo de Sor Juana pero no sólo en ese soneto, sino también hago una correlación con lo que significa en la época en que Sor Juana escribe, los descubrimientos de Harvey de la circulación de la sangre, que me parece muy importante y que creo que Sor Juana tiene en mente, aunque no lo diga implícitamente, creo que influyó notablemente en la época, porque también el discurso religioso está permeado de este problema de la circulación de la sangre, y lo vemos por ejemplo en los obituarios que se hacen sobre el Obispo de Santa Cruz que es tan capital en la vida de Sor Juana. Que además, cuando se muere, deja su corazón como reliquia en el convento de las monjas. Entonces digo, no creo que estoy haciendo ninguna extrapolación arbitraria, sino que estoy encontrando en el texto algo que el texto me está brindando, sólo que probablemente mi obsesión con el cuerpo y con las partes del cuerpo y con todas las modalidades que el cuerpo tiene en todos los niveles, digamos, pues me ayuda a leer con mayor precisión ese problema.