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OBSESIONES

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Cuando yo leo parte de su obra la podría ver como un cúmulo de obsesiones que describen un corpus. ¿Es este corpus reflexionado u ocasional?

Bueno, empezó siendo - no ocasional de ninguna manera -, es una obsesión persistente, bueno las obsesiones son persistentes, que al principio no alcanzaban una conceptualización, sabía que tenía las obsesiones porque ahí estaban frecuentemente, digo constantemente, y como ciertos deseos o ciertas formas de mirada, que siempre iban de alguna forma a lo mismo, aunque mis obsesiones son muy variadas, porque soy una persona bastante dispersa, con muchos intereses, con una gran voracidad, y me gustan muchas cosas y soy también... me cuesta mucho trabajo concentrarme. Necesito concentrarme en situaciones extremas, yo por ejemplo escribo sobre todo ensayo, cosas de reflexión, cuando estoy al filo de la navaja, cuando tengo que entregar un trabajo al día siguiente porque si no me suicido, si no llego y no tengo el trabajo, entonces me desvelo dos, tres, cuatro noches, entonces pienso extraordinariamente bien porque me concentro, no me puedo dispersar, entonces en eso momento pienso. Después ya no pienso, nada más tengo obsesiones. Ahora las obsesiones son muy variadas pero creo que todas se concentran de alguna forma en el cuerpo, que es la pregunta que me ibas a hacer después, ¿no? Ahora, el corpus, yo quizás he tenido dificultad en México para que mi obra se difunda porque justamente mis intereses parecen muy variados y porque además pareciera como que no acabo de definirme en un género literario muy específico. Yo no hago realmente un tipo de novela muy tradicional. Por ejemplo ustedes me dicen que tienen Síndrome de naufragios. Síndrome de naufragios es un libro de obsesiones, todos mis libros son de obsesiones. En ese caso es un libro que resultó de mis lecturas desde muy joven, y luego como profesora y como investigadora de las crónicas de la conquista, por ejemplo, en donde está el problema del viaje del naufragio que para mí es muy importante. Y bueno, entonces de repente todas mis lecturas que tenían que ver con crónicas de la conquista, con la Biblia, o literatura francesa, literatura española, o todo el tipo de literaturas que me fascinan - porque leo mucho tipo de literaturas, es decir, soy muy voraz y leo francesa, inglesa, norteamericana, y estoy muy al día en las cosas porque me fascina hacerlo - entonces ¿dónde podía yo hacer que todo ese mundo tan vasto de lecturas y de asociaciones encontraran un cauce? Y encontré por ejemplo - que eso pasa en varios libros - pero en el caso de Síndrome de naufragios era el problema del naufragio en sí, en realidad el naufragio que empezaba con la Biblia, porque es el gran diluvio universal, que es el gran naufragio total, que es el naufragio bíblico. Entonces empezaba con el naufragio bíblico y continuaba con los naufragios históricos y luego ya con naufragios personales de ciertos grandes escritores que me interesaban mucho como DeQuincy, o como Virginia Woolf o etc., muchos otros, y luego mi naufragio personal, de una manera un tanto paródica, porque era el fin de un matrimonio y era como una tormenta en un vaso de agua. Entonces era el gran caos del diluvio que terminaba en una tormenta en un vaso de agua. Entonces como había tantas asociaciones y tantas referencias, es un libro que era difícil leer. Porque era un libro que yo podía leer porque eran mis obsesiones, entonces es un libro que obtuvo un premio, el Premio Xavier Villaurrutia, pero que en realidad ha tenido muy poca fortuna crítica porque es muy difícil de entrarle a ese libro, digamos: ¿Cómo agarrarle la cola o el principio al libro ese, no? Yo puedo perfectamente hacerlo, pero hay otras gentes que ya han empezado a trabajarlo y que lo han relacionado con otros de mis libros y encuentran que hay una verdadera relación. Pero al principio, así cuando se ve ese libro, parece que estoy loca: ¿Qué le pasa a esta señora que tiene esas obsesiones con el diluvio, no? Que ahí se vaya... Luego me pasa, por ejemplo, con los nombres, que yo creo que eso tiene que ver con mi identidad judía, es decir: ¿Qué nombre me han puesto? Es decir, y el destino que juega el nombre cuando a uno le ponen un nombre determinado, entonces es un libro que se llama No pronunciarás, que ustedes no tienen, que no hay leído. Es un libro muy desigual, a mí me parece muy interesante ese libro. Soy muy modesta como ustedes pueden ver, pero es un libro que parece no tener ni pies ni cabeza, y que yo creo que es un libro mal armado, un libro importante para mí pero un libro mal armado porque todo es alrededor del nombre. El armazón fundamental sería esa obsesión con el nombre, pero en el sentido del nombre como un destino, entonces averiguar todas las posibilidades que tiene en la historia el nombre, entonces hay una cosa así de voracidad de conocimientos y de erudición que se conjunta en el libro como se conjuntaba en Síndrome de naufragios. También tenía un libro anterior que ustedes no tienen que se llama Las 1001 calorías, novela dietética, que fue un libro que escribí el primer libro de ficción realmente que escribí ya bastante mayor porque lo publiqué en 1978. Entonces ese libro pues tenía una relación con... estaba yo en los Estados Unidos comiendo demasiado y engordando demasiado, entonces de repente dije: ¿Por qué no hago un libro que se llame Las 1001 calorías que me sirva como una especie de dieta mental y a ver si adelgazo un poquito? Entonces llegué a México e hice un libro gigantesco, un libro así grandotote hecho a mano, con 100 fábulas o 100 proverbios, o 100 aforismos, ¿no? Algunos son muy buenos y otros son horrendos, no? Pero un sobrino mío que es genial hizo los dibujos, y lo hicimos a mano el libro y luego nadie me lo quiso publicar. Entonces lo publiqué a cuenta de autor y pues ya casi no hay ejemplares. Es un libro que es interesante en mi trayectoria, yo creo. Luego hice otro libro que se llama Doscientas ballenas azules, que tampoco tienen ustedes, que era mi obsesión con los naufragios y las ballenas, porque una vez estaba yo en California, enseñando en un lugar que se llama Institut for Foreign Languages en Monterrey, California, y un profesor de ese instituto me dijo: ¿Usted sabe qué solo quedan 200 ballenas en el mundo? Entonces me pareció tan maravillosa esa... y se veían de la bahía de California. Entonces a partir de ese momento obsesiones con las ballenas, y más después de releer varias veces el Movi Dick, de Melville. Entonces escribí un libro 200 ballenas azules porque sólo quedan 200 ballenas azules en el mundo, entonces me parecía un tema maravilloso de trabajar. Creo que un libro fallido también, pero es importante para mi futuro literario, aunque mi futuro literario ha sido muy tardío, digamos, porque primero escribí ensayo y luego ficción. Bueno no sé si ya te contesté demasiado...